Agradecimientos


Es obligado que nuestra gratitud   vaya, en primer lugar, para D. Carlos Cordero Barroso, que siendo el Presidente de la Asociación de Caballeros de Santa María de Guadalupe, el día 4 de junio de 1977,  se dirigió a un  grupo de mujeres de Guadalupe,  proponiéndolas organizar la Asociación de Damas de Santa María de Guadalupe.
            Gracias a su iniciativa,  un grupo de  28 mujeres,  iniciaron la andadura de esta Asociación  el día  16 de junio de 1977, acordando en esta primera reunión, que   gozara de autonomía propia, si bien el Presidente de los Caballeros ofreció su apoyo en estos primeros pasos, ofrecimiento que se aceptó con gratitud por parte de todas las asistentes.
En esta primera reunión también  se acordó nombrar una Junta Directiva provisional y que tendría un año de vigencia, compuesta por:  Dª. Francisca Baltasar Cordero,  Dª. María Isabel Martín  García. Dª  Antonia Díaz de la Varga.  Dª. Carmen Muñiz Villa  Dª. Petra Cordero Vázquez. A todas ellas, también nuestra gratitud por su trabajo,  su entusiasmo y la labor que realizaron en esos primeros momentos  tan  difíciles y con tan escasos medios.
Queremos  recordar la labor de todos los Superiores del Monasterio, que han ejercido como Asistentes Eclesiásticos: P.Manuel Castrillo García, P. Eduardo Calero Velarde, P. Francisco Oterino Villasante, P. Serafín Chamorro Rodríguez, P. Joaquín Domínguez  Serna y P. Guillermo Cerrato Chamizo, que   con sus sabios y prudentes consejos han sabido  dar fuerzas y energías para el mejor quehacer  y funcionamiento de la Asociación, también al P. Sebastián García Rodríguez,  cronista oficial, archivero y bibliotecario del Monasterio, gran erudito e historiador y siempre atento y dispuesto a colaborar en todo lo referente a los  valores culturales y religiosos y a dar su apoyo a todo lo relacionado con la devoción y  el amor a la Virgen de Guadalupe.
A la Comunidad Franciscana, que desde su llegada a este Santuario tanto se ha preocupado  y trabajado por la vida de todas y cada una de las Asociaciones de tipo religioso,  y en especial  las de tipo mariano, como lo demuestra el hecho de que al año siguiente de su llegada renovasen  la “Hermandad de Nuestra Señora de Guadalupe”, que ya existía en tiempo de los monjes Jerónimos, dotándola de nuevos estatutos y vitalidad.
 Así mismo  queremos reconocer y agradecer el trabajo y el servicio que han prestado todas las Presidentas,  con sus Juntas Directivas que han regido sus  destinos  y que con su buen hacer y dirección han conseguido consolidar y  sustentar la vida de esta Asociación, que ya ha cumplido sus treinta años de existencia.
No podemos tampoco olvidar al sacerdote guadalupense, Don Nicolás Sánchez Prieto, abogado escritor y poeta enamorado de la Virgen de Guadalupe que con sus escritos, poesías y  elocuente verbo,  fue  un gran promotor  y colaborador en los comienzos de la Asociación.
            A muchas otras instituciones, entidades y personas ajenas a la Asociación, que sería largo de enumerar, debemos también nuestra gratitud y  agradecimiento, pero no podemos dejar de resaltar la ayuda que siempre  hemos recibido de D. Joaquín Vázquez Alonso, generoso y magnánimo en  cualquier necesidad o compromiso, y siempre dispuesto ejercer su liberalidad y  su magnificencia. Recodar  también a D. Manuel Torrejón Collado, Don Juan José Rovira López, D. Felipe Sánchez Barba, D. Pedro Enrique Cordero Cordero, Don Juan Cordero Poderoso, Don Gervasio Galvís López, Felipe Trenado... que siempre y  en todas las ocasiones puntuales están prontos  a cooperar  cuando se les solicita su apoyo o colaboración.
            Otro gran y generoso bienhechor de la Asociación, y al que estamos muy agradecidas, es D. Pedro González Rodríguez-Morcón, que con sus aportaciones ha sido posible modernizar e informatizar nuestros archivos y mejorar  los  trámites y relaciones con todas nuestras afiliadas.
            Por último nuestro agradecimiento también a todas aquellas Damas que han contribuido y cooperado y siguen contribuyendo, no sólo económicamente, sino también  con su concurrencia  y asiduidad en las  iniciativas, actividades y tareas que conlleva consigo la vida cotidiana de una asociación. Gracias a tantas damas que anónimamente colaboran en el rastrillo, en la venta de lotería, en la limpieza del puesto, en la organización y celebración de actividades religiosas,  de ocio y culturales que impulsan la vida de la Asociación, pues pertenecer a una Asociación, no es sólo figurar en sus archivos y menos el estar pasivamente  esperando o fiscalizando  lo que otras hacen. Gracias a todas y todos los que podamos haber olvidado y que merecen figurar en este capítulo de agradecimientos,